Murió Suma Paz
La cantautora y guitarrista falleció víctima de una arritmia que derivó en un accidente cerebrovascular del cual no pudo recuperarse. Dedicó su vida al canto y especialmente a difundir la obra de Don Atahualpa Yupanqui. Tenía 70 años.
Por: Sergio Arboleya
Suma Paz, artista esencial de la cultura criolla y principal heredera del legado de Atahualpa Yupanqui, falleció esta madrugada a los 70 años y con su partida deja un vacío que parece imposible de llenar dentro del folclore argentino.
La descomunal y magnífica obra de Yupanqui queda desde hoy huérfana ante la partida de quien fuera capaz de traducirla y sostenerla viva por encima de su propia voz y de los avatares de las leyes de mercado que también contaminan a lo popular.
Por ello, la pérdida de Paz hace que cueste imaginar quién ocupará su lugar en esa trinchera por mantener vigente un discurso imprescindible.
Tal vez la elección de un camino "áspero y solitario", como alguna vez le vaticinó Yupanqui, sea la explicación para que su arte no goce de las prebendas de la cultura convertida en industria, en prenda.
Pero fue esa búsqueda y la magnitud del tránsito consecuente, la que hizo de la guitarrista y cantante mucho más que una correa de transmisión del universo yupanquiano.
El compromiso estético de esta mujer nacida el 5 de abril de 1939 en la ciudad santafesina de Bombal excedió largamente el apego a un estilo austero y sentido para, en cambio, encarnar una tradición que tuvo su punto más alto en Yupanqui.
Desde la guitarra y la voz como puntales de la interpretación, la también Licenciada en Filosofía y Letras en la Universidad del Litoral de Rosario, construyó un recorrido alejado de cualquier facilismo para erigirse en continuadora de una obra cumbre.
A partir de Atahualpa pero no sólo aferrada a él ni sumisamente convertida en una repetidora, Suma se acercó a otras propuestas de la música nativa para llevar los alcances de ese aprendizaje por diversas texturas folclóricas.
El canto surero, la milonga, el estilo y la zamba fueron algunos de los géneros que le surcaron el pulso de la guitarra y un canto sin estridencias, pleno de precisión, profundidad y belleza.
Para completar las herramientas de que dispuso para nutrir su devenir, está además la poesía que plasmó en los libros "Pampamérica", "Al sur del canto" y "Ultima guitarra" y una intensa labor difusora que, por caso, volcó en el programa de radio "Pampeanías" que durante seis años se emitió por Nacional.
Algunos títulos básicos de su discografía lo integran "La incomparable Suma Paz" (1960), "Guitarra, dímelo tú" (1961), "Suma Paz La incomparable" (1963), "Lo mejor de Suma Paz" (1970), "Las hondas raíces de Suma Paz (1980), "Llenar de coplas el campo" (1972), "Una mujer con alma de guitarra" (1970), "Para el que mira sin ver" (1982), "Homenaje a Atahualpa Yupanqui" (1994), "Canto de nadie" (2000) y "Parte de mi alma" (2005).
Reconocida por no ceder a los embates de la cultura dominante que condenó a las márgenes a muchas expresiones musicales de raíz, en 2006 fue distinguida como "Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires" Para Suma, ese reconocimiento significó "casi un acto de resistencia al dominio tremendo del dinero que ha invadido el mundo y también tomó los ámbitos del cultura. Esta situación ha sucedido y sigue sucediendo pero uno sigue haciendo lo de uno porque así debe ser".
La cantautora y guitarrista falleció víctima de una arritmia que derivó en un accidente cerebrovascular del cual no pudo recuperarse. Dedicó su vida al canto y especialmente a difundir la obra de Don Atahualpa Yupanqui. Tenía 70 años.
Por: Sergio Arboleya
Suma Paz, artista esencial de la cultura criolla y principal heredera del legado de Atahualpa Yupanqui, falleció esta madrugada a los 70 años y con su partida deja un vacío que parece imposible de llenar dentro del folclore argentino.
La descomunal y magnífica obra de Yupanqui queda desde hoy huérfana ante la partida de quien fuera capaz de traducirla y sostenerla viva por encima de su propia voz y de los avatares de las leyes de mercado que también contaminan a lo popular.
Por ello, la pérdida de Paz hace que cueste imaginar quién ocupará su lugar en esa trinchera por mantener vigente un discurso imprescindible.
Tal vez la elección de un camino "áspero y solitario", como alguna vez le vaticinó Yupanqui, sea la explicación para que su arte no goce de las prebendas de la cultura convertida en industria, en prenda.
Pero fue esa búsqueda y la magnitud del tránsito consecuente, la que hizo de la guitarrista y cantante mucho más que una correa de transmisión del universo yupanquiano.
El compromiso estético de esta mujer nacida el 5 de abril de 1939 en la ciudad santafesina de Bombal excedió largamente el apego a un estilo austero y sentido para, en cambio, encarnar una tradición que tuvo su punto más alto en Yupanqui.
Desde la guitarra y la voz como puntales de la interpretación, la también Licenciada en Filosofía y Letras en la Universidad del Litoral de Rosario, construyó un recorrido alejado de cualquier facilismo para erigirse en continuadora de una obra cumbre.
A partir de Atahualpa pero no sólo aferrada a él ni sumisamente convertida en una repetidora, Suma se acercó a otras propuestas de la música nativa para llevar los alcances de ese aprendizaje por diversas texturas folclóricas.
El canto surero, la milonga, el estilo y la zamba fueron algunos de los géneros que le surcaron el pulso de la guitarra y un canto sin estridencias, pleno de precisión, profundidad y belleza.
Para completar las herramientas de que dispuso para nutrir su devenir, está además la poesía que plasmó en los libros "Pampamérica", "Al sur del canto" y "Ultima guitarra" y una intensa labor difusora que, por caso, volcó en el programa de radio "Pampeanías" que durante seis años se emitió por Nacional.
Algunos títulos básicos de su discografía lo integran "La incomparable Suma Paz" (1960), "Guitarra, dímelo tú" (1961), "Suma Paz La incomparable" (1963), "Lo mejor de Suma Paz" (1970), "Las hondas raíces de Suma Paz (1980), "Llenar de coplas el campo" (1972), "Una mujer con alma de guitarra" (1970), "Para el que mira sin ver" (1982), "Homenaje a Atahualpa Yupanqui" (1994), "Canto de nadie" (2000) y "Parte de mi alma" (2005).
Reconocida por no ceder a los embates de la cultura dominante que condenó a las márgenes a muchas expresiones musicales de raíz, en 2006 fue distinguida como "Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires" Para Suma, ese reconocimiento significó "casi un acto de resistencia al dominio tremendo del dinero que ha invadido el mundo y también tomó los ámbitos del cultura. Esta situación ha sucedido y sigue sucediendo pero uno sigue haciendo lo de uno porque así debe ser".
2 comentarios:
Que lindo blog muy interesante. Si te gusta el foklore pasa por el mio talvez te sorprendas
Sabía que este blog era de algún amigote. Que bueno. Soy Marcelo Bailone, y te mando desde Ibiza, el abrazo más grande que puedas imaginarte. Espero que mantengamos el contacto.
www.tarritos.es
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